martes, 13 de septiembre de 2011

El patrimonio de la familia Gutiérrez

La señora Teresita Quintero de Coletti
rememoró composiciones de su padre. Foto TIO
En San Blas se conserva casi intacta una de las casas construidas en la Valencia de finales del siglo XIX. Su techo de caña y paredes de rafa, tapia y adobe ha sido testigo del crecimiento de cuatro generaciones que han valorado su historia y tradición

Trina Intoci Ochoa
El amor que profesan los descendientes de la familia Gutiérrez  Piñero a la casa que los vio nacer y crecer,  ha hecho que esta arquitectura erigida  hace más de un siglo en la calle Colombia de San Blas, se conserve hoy casi intacta como testimonio del apego a las tradiciones heredadas de los fundadores de la ciudad.
En la fachada de la casa que fue dividida en dos y modificada con  ventanas de hierro con balaustres y copete, se mantiene el angosto pero alto portón de madera de guayabon, instalado por Manuel Antonio Gutiérrez, cuando junto a su esposa Petra María Piñero León decidió comprarla y mudarse de Guacara, el 10 de octubre de 1889, precisa su nieto Felipe Quintero Gutiérrez, quien es considerado por sus vecinos como el cronista de San Blas.
Según documentos archivados por sus dueños, en el año 1873 cuando ya se cumplían 13 años de la elevación de San Blas como parroquia de Valencia, la casa era propiedad de la señora Rosa Tovar de García quien se la vendió al señor León Malpica y él a su vez el 3 de diciembre de 1878 se la vendió al presbítero Manuel Ovalles quien dio poder al presbítero Manuel Antonio Michelena de vendérsela a la familia Gutiérrez. 
Al portón, como en la mayoría de las construcciones propias de finales del siglo XIX,  le sigue un zaguán que conduce al ante portón. Éste último fue sustituido  hace 20 años por uno de caoba. Del diseño original solo se conserva un tejido de madera en la parte superior del marco, que hace antesala al recibo, donde aguardan perfectamente dispuestos para la visita, pequeños muebles de madera que datan de principios del siglo XX.
La casa con su techo de caña brava y tejas, y con sus paredes de rafa, tapia y adobe,  ha sido testigo del crecimiento de cuatro generaciones. Inicialmente fue conocida como “La casa de Don Manuel”, quien con su esposa  Petra  María tuvo siete hijos, de los cuales seis eran hembras, por lo que comienzan a citarla como “La casa de las Gutiérrez”, costumbre que se mantiene, aunque ya conviven en ella la tercera y cuarta generación, familia Quintero Gutiérrez y Coletti Gutiérrez, respectivamente.
Música y fe
A la izquierda del recibo donde está un altar a la Virgen de la Purísima, se encuentra una ventana de madera y la puerta de la sala, la cual es prácticamente un espacio para recordar a los antepasados.
En las paredes yacen pinturas y fotografías de las cuatro generaciones de la familia. En esta sala también se le rinde tributo a la memoria del compositor Joaquín Quintero N. quien vivió en esta casa cuando se casó con María Teresa, la hija menor del matrimonio Gutiérrez Piñero. La pareja tuvo cuatro hijos: Felipe, Luis, Julio y Teresita.
Este espacio que antes fue la habitación de dos de los varones,  hoy  es la sala en la que destaca un piano con el cual Felipe y Teresita festejan las visitas. Al mismo tiempo los cuatro hermanos que se comparten la casa recuerdan y resguardan celosamente en escaparates de principios del siglo XX, el archivo musical de su padre, quien  fue director de la banda Sinfónica 24 de junio y autor de hermosas composiciones musicales como el vals “El regreso a la vida” y el pasodoble “Valencianita”.  
La sala con sus muebles de estilo iluminados con los rayos del sol que se cuelan por una teja de vidrio, ha sido además un espacio para la devoción mariana de la familia. Allí reposa una imagen de la Virgen de la Soledad que data de hace 200 años y fue el sitio donde en el año 2010, entre más de cien mujeres valencianas  fue bordado el manto de la Virgen del Socorro, patrona de Valencia, con motivo de la celebración de los 100 años de su coronación canónica.
Viga que sorprende
A la salida de la sala de los recuerdos o “de piano” como la llaman sus dueños, continúa el corredor principal de la casa cuyo techo de caña brava se sostiene por una viga hecha con tablones de madera maciza, que ha permanecido en su lugar incorrupta, desde el momento de su construcción.
El señor Felipe Quintero Gutiérrez cuenta que la viga ha sido estudiada y fotografiada por varios arquitectos que han visitado la casa y se sorprenden por lo bien que ha perdurado en el tiempo y se preguntan siempre cómo ha logrado mantenerse sin tener apoyo en el suelo.
A la derecha de este corredor está el primer patio central, el cual deja ver la cuidadosa división realizada a la vivienda, y a la izquierda comienza el conteo de las siete puertas de las habitaciones que posee la casa.
Después de las primeras tres habitaciones comienza el comedor. Este espacio está tan cargado de amor como la sala de los recuerdos. También cuenta con una teja de vidrio para iluminación natural y una claraboya que da con la cocina.  Reposa una mesa con capacidad para diez comensales y en ella comparten los miembros de la tercera y cuarta generación del Gutiérrez Quintero, en afán de mantener la tradición de comer en familia. Tanto el mobiliario como los platos que decoran la pared datan de principios del siglo XX.
Cuidadosa remodelación
Hace 22 años, cuando la casa cumplió un siglo en posesión de la familia,  los hermanos Quintero Gutiérrez y Coletti Gutiérrez , estos últimos hijos de Teresita Quintero Gutiérrez  con su fallecido esposo Mario Coletti, de origen italiano, decidieron remodelarla con la premisa de mantener su originalidad.
Es así como lo que es hoy la cocina, antes una habitación,  marca imperceptiblemente el comienzo de la nueva construcción.  Un segundo recibo sirve de antesala para que través de un angosto corredor se lleguen a  las cuatro habitaciones que completan un total de siete dormitorios incluyendo los tres que se encuentran en la parte delantera de la casa.
Al final del corredor, se encuentra un segundo patio donde con una gruta de piedras, rodeada de un rosal y flores silvestres, se ratifica la fervorosa fe que tiene la familia en la virgen.
Estos trabajos de remodelación dieron muestra del deseo de la familia de mantenerse viviendo en la casa a pesar de que Valencia creció aceleradamente y muchas familias fundadoras de San Blas se mudaron a otras zonas urbanas de la ciudad.
Refugio de la comunidad
Desde la llegada de Manuel Antonio Gutiérrez  y Petra María Piñero León la casa ha sido lugar propicio para tertulias con vecinos, amigos músicos, comerciantes  y académicos. También ha estado  al servicio de la comunidad en tiempos difíciles.
Cuando en el año 1918 se registraba la primera Guerra Mundial y se desataba la epidemia de la llamada “gripe española”,  la casa  funcionó como centro de auxilio para las víctimas de esta enfermedad. El señor Felipe Quintero Gutiérrez  cuenta que los médicos iban a buscar “guarapos” que se hacían para los enfermos, a comer y a descansar cuando les era posible.
Por medidas de sanidad, en este tiempo el piso de ladrillos que tenía la vivienda fue sustituida por cemento pulido al que para darle vistosidad le pintaban ornamentos. Luego en la remodelación que le hicieron hace 22 años decidieron colocarle terracota.
Cada rincón de esta casa tiene una historia que contar y para los siete hijos de Teresita Quintero Gutiérrez y Mario Coletti, es el refugio, el lugar que  durante 122 años,  ha  acobijado a toda la familia y por tanto amorosamente la conservan como una joya del patrimonio cultural e histórico de Valencia. 

Nota: Mis queridos alumnos comparto con ustedes este trabajo de mi autoría publicado en la edición que está circulando este mes en la revista "Tiempo de hogar" de EPA, porque aunque fue creado para una sección llamada "Espacios con historia" en la que se busca destacar la conservación de casas que esconden anécdotas. En lo que se refiere a este inmueble, su historia trasciende al mismo hecho de estar muy bien conservado y muestra valores de una comunidad, en este caso San Blas y el hecho de que a pesar del acelerado desarrollo de Valencia aun permanecen en esta populosa parroquia, familias apegadas a tradiciones y costumbres de larga data en nuestra ciudad, que valoran y respetan su patrimonio histórico. Además en lo que se refiere a la relación de medios de comunicación y comunidad pueden tomar un ejemplo de cómo en un medio comercial se pueden crear secciones que permitan hacer un enlace con las comunidades para exaltar lo positivo que hay en ellas y al mismo tiempo contribuir en el posicionamiento del producto, pues recuerden que los lectores y la audiencia siempre se inclinarán hacia aquellos medios donde ellos puedan verse reflejados, en este particular, se proyectan positivamente.

1 comentario:

  1. Me gustó mucho! Está narrado de forma cálida, explícita, muy fluida la lectura. Al empezar a leerlo quieres terminar de leer toda la información! Es importante que se destaquen este tipo de patrimonios, que reflejan cultura, tradición y amor.

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